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¿Por qué el arbitraje de construcción es complejo? (VI)

  • Foto del escritor: Ricardo Cuesta
    Ricardo Cuesta
  • hace 2 días
  • 4 Min. de lectura
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En todo contrato de obra hay intervinientes ocultos.Ten cuidado cuando redactes o analices un contrato de obra: hay intervinientes ocultos que debes tener en cuenta.


En esta nueva entrega de la serie sobre arbitraje y contratos de obra, analizo cómo la multiplicidad de partes involucradas —clientes, contratistas, subcontratistas, project managers, técnicos, proveedores y más— crea una red de relaciones jurídicas que puede complicar cualquier disputa futura.


Siguiendo con el análisis de los contratos de obra para entender su complejidad, un aspecto importante es considerar las múltiples partes que se ven afectadas por el mismo, generalmente como consecuencia de otros contratos relacionados con el contrato de obra principal.


El cliente, como ya hemos visto en otro artículo, generalmente encarga la elaboración del proyecto a técnicos especializados en el tipo de obra que quiere construir, mediante un contrato de prestación de servicios.


La correcta y completa definición del proyecto es de suma importancia porque después el contratista tendrá que ejecutar la obra de acuerdo con el mismo.


Si está incompleto o presenta deficiencias, será necesario completarlo o modificarlo cuando la obra está ya en ejecución lo que pude suponer, generalmente, mayor coste para el cliente y retrasos en su ejecución.


El cliente también encarga la dirección técnica de la misma a profesionales especializados que pueden ser los mismos redactores del proyecto u otros técnicos diferentes.


En ocasiones el cliente contrata un project manager, que es un técnico que se encarga de coordinar la ejecución de la obra. Esto suele ocurrir cuando varios contratistas ejecutan diversas fases o partes de la obra, como ya hemos señalado. En estos casos existen diferentes contratos entre el cliente y varios contratistas.


El contratista, por su parte, suele subcontratar algunas partes de la ejecución de los trabajos a empresas especializadas, por ejemplo, de movimiento de tierras, de maquinaria especializada como, por ejemplo, carros de lanzamiento de tableros de puentes, encofradores, especialistas en instalaciones diversas eléctricas, de comunicaciones, etc.


En ocasiones, los subcontratistas pueden subcontratan a su vez parte de sus trabajos con otras empresas.


El contratista también contrata la compra de materiales con diversos suministradores, materiales que deben llegar al lugar de la obra a su debido tiempo, según la planificación hecha por el jefe de obra, para hacer posible un desarrollo fluido y ordenado de la misma.


La intervención de todas estas partes crea un complejo entramado de contratos y relaciones jurídicas particulares que generalmente se rigen por pactos y condiciones muy diferentes unos de los otros.


La distinta intervención que tiene cada una de estas partes pueden influir, y de hecho influyen, en el devenir de la ejecución de las obras, pudiendo crear conflictos (retrasos, desaceleración de trabajos, etc.) cuya solución no es fácil porque los contratos que permiten la intervención de cada una de ellas son independientes y no existe relación directa entre ellos.


Pensemos, por ejemplo, en un retraso de un subcontratista en la ejecución de una parte de la obra que, a su vez, retrasa la ejecución de otros trabajos que han de hacerse después y, como consecuencia de todo ello, la fecha final de entrega se ve comprometida o imposible de cumplir.


El contratista es el único obligado frente al cliente y éste le pedirá responsabilidades por el retraso, sin considerar si se ha debido a un tercero. El contratista no puede justificarse culpando al subcontratista porque el cliente no tiene relación jurídica con él.


Lo mismo ocurre si el proyecto es defectuoso y alguna parte del proyecto debe ser modificada de forma sustancial. El contratista le pedirá al cliente que le pague el sobrecoste que le produzca tal modificación, así como que se amplíe el plazo de ejecución de la totalidad de la obra mientras se modifica el proyecto, pero el contratista no puede dirigirse contra el diseñador porque éste tiene un contrato exclusivamente con el cliente.


También puede darse el caso de una obra contratada por fases, cada una de las cuales se encarga a un contratista diferente. Los retrasos de un contratista en una fase pueden afectar a otros contratistas de otras fases.


Como vemos, la diversidad de relaciones jurídicas que pueden darse y la distinta posición que tienen en las mismas las partes involucradas en las obras hacen que un contrato de construcción sea complejo, porque también lo son la multitud de relaciones jurídicas que se forman para hacer posible la consecución de un proyecto.


Por eso, cuando hay una reclamación o un conflicto entre dos partes de alguno de esos contratos, es muy posible y frecuente que en ese mismo conflicto estén afectados los titulares de otras relaciones jurídicas conexas.


Así, en el ejemplo anterior, si el contratista resulta penalizado por el retraso, lo más seguro es que esa penalización sea trasladada al subcontratista que lo causó y que no pudo ser penalizado directamente por el cliente.


Finalmente, hay que tener en cuenta que pueden existir más partes involucradas en un contrato de construcción con relaciones jurídicas diversas pero que se ven afectadas por su desarrollo. Es el caso de entidades financiadoras, sociedades matrices que garantizan bien el pago del precio o la ejecución de las obras, entidades que proveen avales o compañías de seguros que aseguran algunos de los riesgos para alguna de las partes.


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